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Uso de cloro en piscinas
Por falta de regulación del pH (que mide la acidez y alcalinidad) del agua y de dosificación del cloro. La piel humana tiene un pH entre 4,6 y 5,8. Si el agua no está dentro de este rango, los bañistas comenzarán a experimentar irritación en la piel y los ojos. Existen kits para esta medición, disponibles en tiendas de piscinas. El exceso de cloro también puede causar irritación, de ahí la necesidad de mantener los niveles entre 1 y 3 ppm. Para ello, los niveles de cloro deben medirse regularmente.
El fuerte olor a cloro en la piscina puede tener varios orígenes. El más común es la presencia de compuestos llamados cloraminas, formados a partir de la reacción del cloro con compuestos nitrogenados presentes en la orina y el sudor, entre otras sustancias. Las demás causas pueden atribuirse a la falta de control en el tratamiento, como exceso de producto o pH fuera del rango correcto. La presencia de cloraminas hasta el punto de oler es indicativa de la necesidad de tratar el agua de la piscina. Las cloraminas se pueden eliminar por supercloración. Siga los procedimientos indicados en el embalaje del producto o las recomendaciones de un experto en la materia.
Este es uno de los casos clásicos de información incorrecta. Estas piscinas cuentan con dispositivos que utilizan la sal como materia prima para crear cloro en forma de hipoclorito de sodio. En estos dispositivos, la solución salina (salmuera) se somete al paso de corriente eléctrica, y reacciona formando una solución de hipoclorito de sodio. De hecho, la desinfección del agua de las piscinas salinas se realiza con hipoclorito de sodio. La diferencia es que, en lugar de comprar el producto listo, se fabrica mediante estos dispositivos en el propio lugar de aplicación. Es importante recordar que el proceso de salinización no prescinde del uso de otros productos químicos normalmente utilizados para el ajuste de pH, clarificantes, floculantes, etc. Otro dato relevante es que en las fábricas de cloro la materia prima que se utiliza también es la sal, la misma que utilizamos para sazonar los alimentos.
Hay dos ventajas fundamentales. La primera es la eficiencia, ya que el cloro tiene acción residual, lo que evita una posterior contaminación. Tanto el ozono como los ultravioleta, a pesar de desinfectar el agua, no tienen acción residual, requiriendo una aplicación continua y un control de calidad complejo. En el caso del cloro, si la acción residual está dentro del rango recomendado, el agua es apta para su uso. La segunda gran ventaja es el costo, ya que los tratamientos alternativos pueden ser de 10 a 15 veces más costosos que los hechos con cloro.
El cloro se ha utilizado durante más de un siglo como desinfectante del agua de piscinas, con gran éxito, ya que tiene tres características esenciales: actúa como un higienizante rápido y persistente, es un alguicida eficaz y es un fuerte oxidante, una sustancia que elimina materias orgánicas que pueden alterar el color del agua, generar olores o formar limo. Para que este proceso sea efectivo, el cloro debe agregarse regularmente a la piscina y medirse diariamente. Básicamente, hay tres etapas de tratamiento:
- Tratamiento físico – es la limpieza física del agua o la remoción de la suciedad visible (filtración, aspiración, tamizado, cepillado).
- Control del pH – el pH indica si el agua es ácida (pH inferior a7), neutra (pH igual a 7) o básica (pH superior a 7).
- Desinfección – destrucción de microorganismos nocivos para la salud, tales como bacterias, virus, protozoos, vermes, hongos y algas, entre otros.
Es importante que el contenido de cloro se mantenga entre 1 y 3 ppm (los kits para esta medición están disponibles en las tiendas de piscinas). Varios agentes pueden reducir el contenido de cloro en la piscina, como la luz solar, la suciedad, el sudor, los aceites bronceadores, la orina y los cosméticos. El tiempo que tarda en actuar el cloro dependerá de otro factor de control, el pH.
Sí. El gas cloro es tóxico e irritante y, por lo tanto, la industria opera utilizando diversas medidas de seguridad para controlar sus riesgos para las instalaciones y, principalmente, para los trabajadores y poblaciones aledañas a las unidades de fabricación. Por la misma razón, los técnicos responsables del uso del producto deben estar capacitados en su manejo y en el combate de eventuales fugas.
El uso de cloro se cita a menudo como un arma química utilizada durante la Primera Guerra Mundial. Esto sucedió solo una vez. Al mismo tiempo, el cloro salvó innumerables vidas. Los cirujanos militares Dakin y Carrel (Premio Nobel 1912) inventaron el procedimiento para desinfectar heridas profundas usando la solución de Dakin, un desinfectante a base de cloro que evita la proliferación de casos de gangrena e infecciones. Esta solución todavía se usa hoy en día.
No. Estudios realizados por la Academia de Ciencias de Estados Unidos y el Centro Americano para la Investigación del Cáncer demuestran que no existe una relación entre el consumo de agua clorada y los problemas de salud. Por el contrario, cuando se usa en las dosis correctas, hace que el agua sea potable y segura para el consumo.
Es importante señalar que el agua insalubre es responsable del 80% de las enfermedades infecciosas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El tratamiento del agua y la desinfección con cloro jugaron un papel fundamental en el aumento de la esperanza de vida en un 50%, experimentado en el siglo pasado en Estados Unidos (de 49 años en 1910 a 75 años en 1988).
Para potabilizar el agua, los sustitutos más conocidos del cloro son el ozono, el dióxido de cloro y los rayos ultravioleta (UV). Estos presentan una serie de inconvenientes tanto desde el punto de vista de la eficiencia y el costo como de la toxicidad.
Cuando se trata de la desinfección del agua, lo más importante es que siempre haya presente un agente oxidante residual para garantizar que esté libre de patógenos. En este sentido, el cloro presenta una gran ventaja frente a otros agentes, ya que es el único desinfectante que aporta poder desinfectante residual durante la distribución del agua tratada a los consumidores.
En cuanto a la formación de subproductos de la desinfección, es importante señalar que todos los desinfectantes químicos producen subproductos al reaccionar con las impurezas que contiene el agua. La acción del cloro y sus subproductos es la más estudiada y conocida, mientras que la generación de subproductos de otros desinfectantes aún no se conoce por completo.
“Organoclorado” es un término genérico que abarca sustancias que contienen carbono y cloro. Actualmente se conocen más de 11 mil sustancias organocloradas, 2 mil de las cuales son producidas por la propia naturaleza.
Como todas las sustancias, con o sin cloro, algunos compuestos organoclorados tienen un mayor efecto sobre los organismos vivos. Algunos compuestos se utilizaron en los últimos 50 años como insecticidas con grandes ventajas, pero luego se les atribuyeron propiedades indeseables, como la toxicidad y los efectos acumulativos a largo plazo para los animales, incluido el ser humano.
El uso de estos productos ha sido abandonado y su fabricación prohibida en muchos países, incluido Brasil. Estos productos se conocen como COP (Contaminantes Orgánicos Persistentes) y, entre ellos, los más conocidos son el DDT, PCB, aldrín, dieldrín, endrín, las dioxinas y los furanos.
Salvo estos pocos casos de mayor impacto ambiental, existen miles de otros productos a base de cloro muy utilizados en medicina, construcción civil, industria automotriz, alimentaria, electrónica (informática), tratamiento de aguas, etc.
Todas las sustancias, con o sin cloro, de origen natural o fabricadas por el hombre, tienen efectos sobre los seres vivos. El efecto, tal como lo descubrió el médico medieval Paracelso, depende de la dosis, es decir, de la cantidad y del tiempo de exposición al producto.
La comunidad científica mundial viene realizando estudios minuciosos con el fin de esclarecer definitivamente la relación entre ciertos productos químicos y los problemas mencionados. Hasta la fecha, no hay evidencia que respalde estos ataques a los organoclorados. Científicos de renombre como el Prof. Richard Sharpe de la Unidad de Biología Reproductiva del MRC (Medical Research Council) de Edimburgo se ha posicionado totalmente en contra de estas alegaciones y advirtió públicamente sobre los juicios prematuros.
La industria química, preocupada por estas críticas basadas únicamente en hipótesis no probadas, ha instituido y está patrocinando grupos de trabajo y programas de investigación. El CEFIC (European Chemical Industry Council), en colaboración con la CMA (Chemical Manufacturers Association), está concentrando sus propias investigaciones, junto con científicos independientes, para intentar aclarar definitivamente el asunto.
No hay evidencia científica de esto. Los científicos investigan numerosas causas del cáncer de mama. Se sabe que algunas mujeres tienen un mayor riesgo de contraer la enfermedad y que los factores de mayor riesgo incluyen antecedentes familiares y niveles más altos de estrógeno.
El cáncer de mama es una de las enfermedades que está recibiendo la mayor financiación para investigación en todo el mundo, debido a su creciente incidencia. Sin embargo, se cree que la evolución en el número de casos se debe principalmente al aumento en el uso de la mamografía, que permite la detección de cánceres en una etapa temprana, antes de que puedan manifestarse clínicamente.
Algunos tipos de dioxinas son muy tóxicos, pero, científicamente, el único efecto que se ha demostrado que tienen en los humanos es un tipo de enfermedad cutánea conocida como cloroacné.
Tras realizar numerosas pruebas, la comunidad científica se cuestiona actualmente la toxicidad de las dioxinas. Diversos investigadores han indicado que estas sustancias son altamente tóxicas para los roedores tipo hámster, pero que otras especies son notablemente menos sensibles.
Asimismo, la dioxina no parece ser tan tóxica para los humanos como se suponía en la década de 1970. Esto se puede constatar en el caso del expresidente de Ucrania, Viktor Yushchenko, quien fue víctima de envenenamiento por dioxina. Los exámenes han revelado que la sangre del líder contiene el segundo nivel más alto de dioxina jamás registrado en un ser humano. La concentración de dioxina es 6 mil veces superior a la normal.
Hoy en día, con el continuo desarrollo de nuevas tecnologías, las constantes mejoras en los procesos industriales y el control de los procesos de combustión y de otros procesos en los que pueden surgir dioxinas como subproductos, los niveles de exposición son muy inferiores a las dosis más bajas que podrían causar efectos indeseables al hombre o al medio ambiente.